Escuchar a Fátima Álvarez hablar sobre pensamiento crítico merece un buen café. Asturiana de nacimiento, valenciana de adopción, Fátima es profesora de Filosofía y formadora de Pensamiento Crítico y Ética. Ha sido un lujo poder contar con ella como ponente en la IV edición de SUMA.
Para su taller ha elegido como título "El cuidado crítico, la crítica del cuidado" ."Es crítico, imprescindible y fundamental cultivar el cuidado entre nosotros, el trato cuidadoso, la mirada cuidadosa, la acción cuidadosa y cuidante. Por otro lado, “La crítica del cuidado” porque hay que criticar el poco reconocimiento que se ha dado a la labor de cuidar y destacar el cuidado como un Valor que especialmente las mujeres podemos aportar a la sociedad"
Junto a Fátima reflexionamos sobre lo importante, lo crítico, a la vez que tratamos de reivindicarlo como valor.
¿Qué relación diría que tiene el cuidado con el pensamiento crítico?
El pensamiento crítico es nuestra capacidad de discernimiento. Es el esqueleto sobre el que construimos un pensamiento de calidad. Eso implica cuestionar y también cuestionarnos, en un ejercicio de revisión, elegir buenos criterios para nuestras decisiones teniendo en cuenta el contexto y saber argumentar nuestra postura.
Cuando sobre este andamiaje del pensamiento crítico reflexionamos sobre el cuidado, encontramos que están íntimamente unidos porque no se trata de pensar de forma lógica impecablemente, aunque sea moralmente reprobable. El pensamiento crítico no puede ser un pensamiento des-cuidado; sino que, además de una tarea intelectual, ha de ser una tarea moral, ha de ir imbricado en una actitud ética cuidadosa y cuidante.
¿Cómo se puede escapar de actitudes maniqueístas sobre el bien y el mal, lo que es correcto y lo que no lo es, utilizando el pensamiento crítico?
Pues teniendo siempre presente esa simbiosis de la que hemos hablado. A la hora de emitir un juicio de valor, de considerar algo correcto y algo que no lo es, habrá una lógica de las buenas razones en las que nos basamos, pero también tendremos en cuenta los casos particulares, es decir, los contextos, y las consecuencias que se derivan de una determinada acción o creencia.
Aquí es interesante recordar que fue una mujer, Carol Gilligan, quien inició lo que conocemos como ética del cuidado. Ante su maestro Kohlberg que propugna como modelo de desarrollo moral una ética de la justicia orientada por principios morales universales, C. Gilligan se basa en un juicio más contextual. Nos dice que, al haberse ocupado las mujeres tradicionalmente del cuidado de las cosas y de las personas, han desarrollado sensibilidad a una comprensión del mundo como una red de relaciones. En esta línea, a la hora de emitir un juicio, propugna conocer ampliamente la situación a juzgar y las necesidades de sus protagonistas, sin que implique una coincidencia plena en la solución del problema moral.
Al final, el pensamiento crítico llevado a los aspectos de la vida, de la acción humana, se rige por lo razonable que es una racionalidad en la que somos conscientes de lo compleja que es la realidad, buscamos fundamentar nuestros juicios morales en la razón y apuntamos a metas, no tanto idílicas como razonables.
¿En qué situaciones del ámbito laboral puede ayudarnos el haber trabajado nuestro pensamiento crítico?
En todas. Sí, el pensamiento crítico es una potencialidad para desarrollar que tenemos los seres humanos. Sería fantástico que la desarrolláramos desde pequeñitos; pero, si no ha sido el caso, es bueno saber que lo podemos promover a cualquier edad.
Es positivo para nuestra vida en general y, por tanto, también para el ámbito laboral. Tal como hemos venido comentando, supone tener buen criterio y fundamento a la hora de emitir juicios y de decidir. Además, implica hacerlo de forma cuidadosa y cuidante, es decir, desde una brújula ética de esfuerzo conjunto, de responsabilidad y solidaridad hacia el otro y hacia la sociedad.
¿Por qué reivindicar el cuidado?
Porque el cuidado es un VALOR que pocas veces se explicita como tal. Porque estamos necesitados de entornos cuidadosos y cuidantes. Porque las organizaciones que apuesten por un liderazgo humanista han de cultivar este valor y contar con personas que lo encarnen. Porque estas mujeres que han priorizado en un momento de sus vidas el cuidado a sus hijos, a los mayores o incluso a sí mismas en momentos de especial vulnerabilidad, no solo conocen, sino que practican qué es poner a la persona en el centro. Porque ellas mismas, precisamente por esto, son especialmente valiosas para cualquier organización.
Podéis encontrar a Fátima en www.linkedin.com/in/fatima-alvarez/
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